Por casualidad de la vida, la tarde en que murió Oscar Taveras, camino al play escuchaba un programa donde estaban reseñando los tiempos en que diversas versiones de Lamborghini aceleran de 0 a 100.
Eso me llevó directo a los sábados de mi niñez, cuando leía en el periódico El Caribe reportajes de automóviles en los que resaltaban, entre otros datos, el tiempo de aceleración de 0 a 100 Km/h. Pasado el tiempo, cuando tuve la posibilidad, a cada carro que compré, me asignaron o alquilé, reloj en mano sobre el guía, le hice la prueba del 0 a 100.
El más veloz de todos fue el Chrysler Stratus, el mismo que antes de vencerse la póliza del seguro del tercer año, el asegurador me envió una carta donde anunciaba que debido a mi alta siniestralidad no sería renovado. ¡Qué vergüenza! Fueron accidentes por juicio más que por habilidad de manejo.
Aquella tarde caí en cuenta que ya tenía 2 años con vehículo nuevo y todavía no le había hecho la prueba de aceleración. Es que no tengo 20, con 12 años sin reclamar al seguro más que 2 cristales rotos, doy vida a la frase de Amelot de la Houssaye: “El mejor consejo lo da siempre la experiencia, pero siempre llega demasiado tarde”. Oscar no vivirá para que la experiencia llegara. Descanse en paz.
No responses yet